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Cada objeto que nos rodea
es una réplica del mundo,
un hallazgo diminuto
donde las horas conversan,
pausadamente,
sin hacer caso a los diccionarios.
Ellas no conocen de gramática.
Cuando hablan,
nos miran fijamente a los ojos
y lo hacen en voz baja.
Saben que el lenguaje
se esconde en la mirada.
Arturo Gutiérrez Plaza
es una réplica del mundo,
un hallazgo diminuto
donde las horas conversan,
pausadamente,
sin hacer caso a los diccionarios.
Ellas no conocen de gramática.
Cuando hablan,
nos miran fijamente a los ojos
y lo hacen en voz baja.
Saben que el lenguaje
se esconde en la mirada.
Arturo Gutiérrez Plaza