jueves, 13 de enero de 2011

CIUDADANO DEL BAOBAB




"¡Niños, atención a los baobabs!" ...

Ése fue mi primer encuentro con esta palabra: Baobab
Era apenas un niño de seis años, casi siete, cuando encontré un regalo de Navidad muy especial, un libro lleno de fantasía, un camino de la mano con la imaginación. Así recuerdo haber recibido “El Principito“; por lo menos así sentí la primera vez que lo abrí y, al ir creciendo, aprendí a recorrer los días junto a ese luminoso ser, conociendo su asteroide, entendiendo su rosa, al zorro y, sobretodo, acompañando su preocupación por los baobabs1 ...“Cuando dibujé los baobabs estaba animado por un sentimiento de urgencia.“ Pero en cada lectura la preocupación por esos “baobabs“ se quedaban en las páginas de ese libro... así crecí, convencido de que esa preocupación era tan imaginaria como lo era El Principito, tan imaginaria como, pensaba yo, eran esos particulares árboles de extraño nombre.
El recorrer de los años me lleva, desde aquel primer encuentro con esa palabra, al descubrimiento de que “los baobabs“ no eran un hecho de la fantasia, ¡existen!, ¡son reales!, no forman parte de la imaginación que leíamos de niño. “Baobab o Árbol del pan del mono (Adansonia digitata)” es el nombre de un árbol africano, que está bastante extendido en el mundo y cuenta con representantes en América, como la ceiba y el madera de balsa. Entonces, una serie de preguntas llegaron a mi mente ante ese descubrimiento: ¿…y la preocupación por los baobabs era cierta?, ¿…el sentimiento de urgencia era válido?, ¿…dónde termina la imaginación y dónde se cruza con la realidad?…
Hoy estoy convencido de que las historias que nos formamos cuando niños, de una u otra manera, terminan viviendo en nosotros, y siendo tan reales como los baobabs; tan reales como lo es El Principito que vive en nuestros corazones, en nuestras mentes.

Hace días, más bien semanas, me he paseado con la intención de crear un blog, libreta, páginas sueltas, carpetas donde almacenar ideas, ordenar preocupaciones, intercambiar nuestros recorridos buscando la ruta para armar nuestra ciudadanía, avanzar en el camino de ser cada día mejor ciudadano, y así con las edificaciones, con las palabras y los verbos, con todo aquello que involucra a los ciudadanos del lugar que imaginamos, que deseamos, el que tratamos de encontrar. Buscando un orden en esas ideas que me definieran un título en el que se resumieran mis preocupaciones, me crucé con esta información:


Un árbol emblemático y su orden
Es el árbol emblemático de Madagascar porque (…), en este país se concentra el mayor número de especies de adansonias, pero es el baobab la más conocida internacionalmente.
Sudáfrica estableció la Orden del Baobab para premiar a sus ciudadanos excepcionales, entre las razones que justifican al Baobab para denominar a este importante reconocimiento sudafricano, se expresa:
• El Baobab, es un árbol tropical de África, es símbolo de resistencia, tolerancia, vida comunitaria y longevidad. Es valorado también como manifestación de vitalidad, es un árbol dotado a la vez de propiedades mágicas y utilitarias: Nos proporciona fibra para nuestra ropa y para nuestras cuerdas y lazos, fruta y combustible entre otros productos.
• Los elementos en el diseño de la medalla que se otorga como parte del premio, simbolizan longevidad, apoyo a la comunidad, contribución y prosperidad orgánica.
• La Orden de el Baobab representa una contribución excepcional y se premia a sudafricanos distinguidos por servicios más allá del deber en las siguientes categorías:
• Lucha por la democracia
• Instauración de la democracia y derechos humanos
• Construcción de la nación
• Paz y seguridad
• Periodismo, literatura, artes, cultura, deportes y música
• Negocios y la economía
• Innovación en las ciencias, medicina y tecnología
• Servicio comunitario"

Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Adansonia_digitata

Después de leer estas líneas entendí que la imaginación se cruza con la realidad, que esa palabra que de niño me preocupó, ahora la re-encontraba para que sirviera de excusa, de objetivo y bajo su significado como “árbol emblemático” englobe las ideas de arquitectura, literatura y política con las que, poco a poco, deseo ir encontrando ciudad.
Aquí estoy, tratando de encontrar las respuestas a los baobabs, o tratando de entender lo que los baobabs tratan de enseñarnos…cuanto puede o debe crecer este árbol?, como lo que al crecer de manera desmesurada y descontrolada, aún cuando pueda ser considerado inicialmente algo bueno como un árbol, puede llegar a ser calamitoso si crece en un lugar inconveniente, donde encontrar el equilibrio?... será que podemos considerar en nuestro planeta al baobab como una inspiración para el ser ciudadano?, o debemos controlar a los baobabs?...será que ser ciudadano puede llegar a creerse ser baobabs?. Cuantas conversaciones junto a ese fascinante árbol…

Por eso digo como al comienzo, pero ampliando la convocatoria:

¡Ciudadanos, atención a los baobabs!


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1. Los baobabs: Son los problemas, hay que solucionarlos antes que sean demasiado complicados, es la moraleja que nos deja el autor, cuando nos alerta: "¡Niños, atención a los baobabs!" Los niños somos nosotros. Hay que tener disciplina, cuidado, estar atento siempre para diferenciar lo bueno de lo malo y actuar en consecuencia. (Wikipedia) Citas del texto, Cap. V: [los baobabs en nuestro planeta] “Le hice notar al principito que los baobabs no son arbustos sino árboles grandes como iglesias y que aunque se llevara toda una manada de elefantes, la manada no acabaría ni con un solo baobab.”; [los baobabs en el planeta del Principito y explicación del problema] “Resulta que en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Por lo tanto buenas semillas de hierbas buenas y malas semillas de hierbas malas. Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una se le antoja despertarse. Entonces se estira, y extiende tímidamente hacia el sol una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar crecer como quiera. Pero si se trata de una maleza, hay que arrancarla en seguida, en cuanto se la pudo reconocer. Ahora bien, había unas semillas terribles en el planeta del principito... eran las semillas de baobab. El suelo del planeta estaba plagado de ellas. Y de un baobab, si uno se deja estar, no es posible desembarazarse nunca más. Obstruye todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño, y si los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.”; [mensaje o moraleja del cuento, dicho por El Principito] “…A veces no hay problema en dejar el trabajo para después. Pero en caso de tratarse de baobabs, es siempre catastrófico. Conocí un planeta habitado por un perezoso. Había ignorado tres arbustos…”

miércoles, 29 de julio de 2009

El oficio de mirar


.
Cada objeto que nos rodea
es una réplica del mundo,
un hallazgo diminuto
donde las horas conversan,
pausadamente,
sin hacer caso a los diccionarios.

Ellas no conocen de gramática.

Cuando hablan,
nos miran fijamente a los ojos
y lo hacen en voz baja.

Saben que el lenguaje
se esconde en la mirada.


Arturo Gutiérrez Plaza